¡Qué contraste! llegar de un supermercado de donde me han echado por ir descalzo y ser recibido en un albergue donde me dicen que todos deberíamos empezar a vivir descalzos…
De momento he pasado por un albergue donde me obligaban a quitarme las botas y dejarlas a la entrada pero luego prohibían andar descalzos dentro del albergue. «Pues ya me contarás cómo hacemos» les dije (al final estuve descalzo)
El mismo día, no me dejaron estar descalzo en un restaurante. «Pues me voy a otro sitio» decidí contestar.
Otro día me vi con ganas de confrontar (y también que quería comprar en ese super y ya tenía media compra hecha ☺️) Con el de seguridad pegado a mi culo desde que vino a decirme que no podía estar descalzo hasta que salí por la puerta. Discutiendo si podía o no podía estar allí así… Hasta llegar a la caja y, después de hacer toda la cola, indicarle a la cajera que no me cobrase por ir descalzo. Nada que una hoja de reclamaciones no resolviera, con disculpas por parte de la encargada (con quien ha había discutido el asunto legal) y finalmente con la compra al albergue.
Unos se asustan frente a lo diferente, a otros les pueden sus juicios y su ego pero, por suerte, la gran mayoría lo acepta si no lo alaga o da muestras de tener envidia por no permitírselo aunque les encantaría, por miedo a que les miren raro, a que les llamen la atención o a dar la nota en circunstancias como esta.
Yo también he pasado por esos miedos y los he enfrentado, pues mi deseo de vivir descalzo es mayor que todos esos miedos.
Por un mundo donde cada uno pueda vivir y expresarse como desee, donde respetemos al otro y podamos dialogar y compartir nuestros modos de ver la vida.
¡Vive y deja vivir!
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