Dicen que la felicidad está justo antes de lograr tus objetivos. Yo ya no lo tengo claro.
Y es que aquí estoy, a menos de 5km de la Catedral de Santiago, donde todo esto termina… o no.
Porque me recorre el cuerpo una sensación similar a la que viví a la vuelta de India: el viaje no termina aquí, el camino continúa. Aunque sea en otro lugar, y sin tanto caminar. Y entonces esa felicidad instantánea se convierte en otra felicidad.
«Pero ese será otro camino» dicen algunos. «Pero no seguiré conectando con la gente como aquí» dicen otros. «Es que en el camino hay una magia…» o «A ver cómo encajo todo esto ahora de vuelta a mi vida real» dicen también.
Caemos en la trampa de creer que hay una vida real y otra en la que disfrutamos y en la que pasan cosas, en la que la magia sucede. La única diferencia entre ambas vidas es que en una corremos en una carrera de ratas y en la otra nos permitimos parar, sentir, conectar… vivir. ¿Y si llevamos todo esto a nuestra «otra vida»?
Ahora de momento me quedo aquí disfrutando y mañana, tal vez, llegaré a Santiago. Porque si hoy corro ansioso a Santiago, ya no estaré aquí… y mañana tampoco.
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