Aumentan los conflictos, a nivel personal, nacional, internacional… historias de buenos y malos por doquier que me hacen cuestionar lo siguiente:

¿Son el dolor y el sufrimiento el castigo que merece aquel que hace «el mal»? ¿O es ya éste el lugar desde el cual lo está haciendo?

Si esta pregunta incomoda, seguramente es porque se ha despertado el dolor latente de ese recuerdo de alguien que nos hizo daño alguna vez. En ese mismo momento, desde ese dolor, tal vez podemos entender con la cabeza que aquel que nos hizo sentir dolor ya estaba sufriendo. Pero no podemos entenderlo con el corazón, por eso sigue doliendo y seguimos deseando (medio a escondidas, incluso de nosotros mismos, que somos muy muy buenos) que esta persona sufra las consecuencias. O que el mal entendido Karma haga justicia.

Desde el dolor no podemos ver que somos ahora nosotros, con disfraz de venganza, los que queremos hacer «el mal» a aquella persona. Porque ‘claro, es que mira lo que me hizo’ nos vale de justificación para pedir justicia.

Sin darnos cuenta, somos el nuevo verdugo que, según a ojos de quién, haremos «el mal» desde nuestro propio dolor y sufrimiento. Y la rueda del sufrimiento continúa girando.

Con esto no quiero decir que hay que perdonar todo aquello que nos hagan, al menos no desde la cabeza, pues, aunque por momentos nos convenzamos, nos llevaremos la historia en nuestra mochila particular.

Tampoco que no haya que defenderse, o procurar un cambio en las circunstancias. Los límites, como he compartido alguna vez, son muy necesarios.

¿Entonces qué? Una vez más, SENTIR ese dolor es la salida del sufrimiento, el camino al perdón real.Puede parecer contradictorio o paradójico, pero si lo pruebas tal vez veas que cobra sentido, de momento a nivel personal/individual (tal vez desde ahí cambien más cositas 😉)

Otra cosa ya, es que queramos perdonar o prefiramos seguir siendo las víctimas atadas a aquel dolor que una vez alguien «nos causó»

Con mucho amor a nuestro dolor, a nuestra rabia y frustración. (N)os abrazo 🤗✨❤️

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