Desde hace semanas me sentía pesado, bajo de energía, haciendo grandes esfuerzos para hacer mi práctica diaria, incluso para bajar a dar un paseo y sumergirme en las aguas del Ganges. Tampoco me veía con ánimos de asistir a las múltiples actividades que se ofrecen en Rishikesh, ni ánimos para participar en actividades con otra gente. Me sentía cerrado a compartirme, energéticamente bloqueado. Pero continuaba esforzándome por aprovechar lo que el entorno me ofrece, ¿cómo voy a quedarme encerrado en casa?
Finalmente, este fin de semana decidí hacer una pausa en el camino, tomarme un tiempo para mí, para abrazarme y sentirme, un tiempo para observarme, para mirar exclusivamente hacia dentro y tocar aquellas emociones que fuera necesario tocar. Así que decidí tomarme unos días en ayuno y silencio. Tal vez un día, tal vez tres, sin límites, sin objetivos, a ver a dónde me lleva el sentir.
En alguna ocasión he practicado el silencio y los últimos meses he venido practicando el ayuno de un día en varias ocasiones, pero no me había aventurado a experimentar ambos simultáneamente y el resultado ha sido… mejor me explayo.
Comienzo el día 1 con mucha suavidad y calma, antes de levantarme me permito tiempo para sentirme, con un recorrido de sensaciones moviéndose por cada milímetro de mi cuerpo, hoy no hay límite de tiempo, no hay prisa por empezar el día, sólo escucharme. A continuación me siento con ánimos de hacer una suave práctica de Yoga, finalizando con una nueva meditación relajada… y de pronto ruido, mucho ruido a mi alrededor: algunas obras en el entorno, las bocinas de camión en la lejanía suenan muy cercanas, y para colmo comienzan a picar ladrillo en la planta de arriba del Ashram. Una sonata que despierta mi fuego, mi rabia, mi ira… el hambre se despierta. Decido poner mi atención en las sensaciones que se despiertan en mi cuerpo: la mandíbula, los hombros, el estómago… entonces una descarga emocional me recorre como hacía tiempo que no ocurría, terminando al cabo de unos minutos en un completo relax. La tensión desaparece, los sonidos ya no se sienten tan cerca, paradójicamente las obras en el Ashram se paran. Sensación de calma, pura vida recorriendo mi cuerpo, el hambre desaparece. Paso el resto del día descansando y con algunas meditaciones, cerrando los ojos nada mas caer la noche.
El día 2 empieza de la misma manera, siento mi cuerpo de forma muy intensa y le doy la atención que necesita. Puedo percibir el pulso en todos los rincones de mi cuerpo, con pesadez rendido sobre la cama. Y a los pocos minutos ¡el personal del Ashram comienza a hablar en un tono elevado a pocos metros de mi habitación! ¡No me lo puedo creer! Nunca se han parado en frente de mi puerta y ¿tienen que elegir hoy para hacerlo? ¿Salgo y les pido que se vayan? ¡entonces rompería mi silencio! La ansiedad se despierta de nuevo en mi interior, el hambre se despierta e intensifica las emociones, puro fuego que se siente en mi plexo solar y mi garganta, la mandíbula se tensiona. Decido soltar tensión, mover el cuerpo a base de cojinazos y sacar el fuego que me quema. Termino, respiración agitada, el corazón bombea sangre en cada rincón de mi cuerpo. Y poco a poco todo vuelve a la calma. Paso el resto de la mañana abrazándome y escuchando con detalle las emociones en mi cuerpo.
Por la tarde empiezo a sentir mi energía interior despertando, ligereza, claridad en mi mente. Quiero salir y comerme el mundo (curiosa expresión para la ocasión ) Aun así, el resto de la tarde me permito reposar y sentir las sensaciones que me atraviesan.
Son las 5:24, la claridad del día comienza a entrar en mi habitación y amanezco decidiendo romper el silencio y el ayuno. Meditación en Savasana y puedo sentirme lleno de energía, con vitalidad como hacía semanas que no sentía, con ganas de salir a mover el cuerpo (y un poquito de hambre), pero hoy no toca Asanas. El Yoga de hoy va a ser viviendo la naturaleza monte arriba.
Y tú, ¿cómo te sientes hoy? ¿cuándo te permitiste parar y sentirte por última vez?



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