Hace un tiempo vi que me había hecho una herida bastante profunda. Después de buscar información por internet y leer algunos libros de autocurado me eché un par de pomadas que me quitaban las molestias y me compré unas vendas super chulas que la tapaban y la protegían bien, así que puedo hacer vida más o menos normal
Alguien me recomendó ir a un médico, pero cuando fui me la tocó y me dolió bastante. También me recomendó limpiar profundamente y dar algún punto, pero buff, que doloroso sonaba, así que mejor no volver. Creo que con mis cremitas y mis vendas de colores voy bien.
La verdad es que cada cierto tiempo se me infecta, porque se me olvida que está ahí y al hacer vida normal empeora un poco… pero nada que una buena pomada analgésica, antiinflamatoria, antibiótica y no sé qué más pueda resolver.
Además, he ido encontrando vendas cada vez más bonitas, que ahora están muy de moda y creo que tampoco quiero desprenderme de ellas.
¿Qué te parece la historia? ¿Suena un poco ridícula, no?
Pues esto es lo que hacemos en muchos casos con nuestras heridas emocionales. Igual ya me conoces un poco y sabías por donde iba la historia. Si no, te invito a que lo vuelvas a leer e identifiques las barbaridades que hacemos con nuestra salud mental y la «espiritualidad».
Tal vez te hayas convertido en una persona adicta al yoga, al deporte, a los libros de autoayuda, a los retiros de crecimiento personal (ojo, que no los criminalizo, son muy útiles y eficaces) En definitiva a todas esas cosas que te mantienen activa, positiva, con energía, como debe de ser. Sí sí, ya sé que se sienten muy bien y que tal vez ayudan a sobrellevar la vida. Pero sin darte cuenta te has hecho dependiente de ellas y ya lejos de ser una herramienta se han convertido en una trampa.
¿Y qué ocurre si las dejas por un tiempo? Quizás ahí te hayas respondido…
Quítate las vendas, reposa, deja que la herida respire y busca ayuda si te ves que ya no ves 🙏🏼✨❤️
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