Cuando hablo con la gente sobre el Tantra en mi vida, es muy habitual que la gente me pregunte por lo más oído en occidente: el sexo tántrico.

Después de indagar mucho en los orígenes de las prácticas tántricas en India, junto con las diferentes formaciones realizadas en occidente, mi conclusión es clara: no hay ningún foco principal en la sexualidad tal como la conocemos.

Lo que sí ocurre con el Tantra, que no ocurre con otras muchas prácticas espirituales, es que integra la sexualidad como una parte más del todo que somos, en lugar de querer controlarla o reprimirla.

Somos como un río de energía fluyendo por todo nuestro cuerpo. Y si existe un solo bloqueo en el río, el agua deja de fluir. En otra ocasión hablaremos de esto y de los demás tipos de bloqueos.

No digo que éstas otras vías espirituales no funcionen, son otros caminos hacia lo mismo, que hay que saber gestionar con un buen maestro, o derivan en otros problemas mayores.

Al mismo tiempo, en occidente venimos de tiempos de importante represión sexual, cuestión que ha generado muchos bloqueos mentales y energéticos, y estos problemas derivados de los que hablo.

Por ello, uno de los puntos de bloqueo importantes de nuestra sociedad, que no el único, es nuestra sexualidad. Si ésta está bloqueada, es difícil que el resto funcione en plenitud, por lo que trataremos de compensarlo de mil maneras que nos llevan al un desequilibrio y al consecuente sufrimiento. Esto hace que exista una necesidad imperiosa de desbloquear esta vía (antes en occidente, ahora en todo el planeta)

De la unión de estas dos cuestiones surge la adopción importante del Tantra como vía para trabajar nuestra sexualidad, aunque en realidad se aborde desde el todo que somos.

Hemos crecido alimentando la idea de que el sexo es algo a parte, como si estuviera en un compartimiento diferente al resto del cuerpo o de nuestras vidas.

Como venía diciendo, el camino del Tantra integra la sexualidad como una parte más de lo que somos. La sexualidad no es ni más ni menos importante, ni mejor ni peor, ni más o menos especial que el resto de nuestra vida.

Lo que sí ocurre es que, al estar estigmatizada, necesita (lo que pueda parecer) una atención especial hasta encontrar un equilibrio con el resto. Lo paradójico es que la atención que necesita es la de quitarle importancia, normalizarla.

Entonces el foco de energía que se centra en ocultar, bloquear o satisfacer la sexualidad como la conocemos comienza a abrirse y a iluminar otras partes. Así un paseo, acariciar un brazo, un baile o darse un baño en el río pueden ser experiencias profundas y extáticas: pura vida

En un ritual de sanación sexual no se le da más importancia a la genitalidad que al resto del cuerpo, se le da la importancia que se merece, que es simplemente la misma que al resto del cuerpo

Si tienes bloqueos en tu sexualidad, atiéndelos, atiéndete. Tú también mereces una vida plena.

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